jueves, 6 de enero de 2011

Fratelli d' Italia


Palazzo Quirinal (Roma), 6 años más tarde.

Allí estaban después de una dura campaña electoral, el Primer Ministro George Torrini jurando su cargo ante el Presidente de la República Edualdo dell’ Avenita (un tipo recto que si conociera a quien estaba mandando formar gobierno se pegaría un tiro) y su duro contrincante en la campaña electoral y ex Primer Ministro (que tampoco pasaría a la historia…), Jaumetto di Biasi. Había sido duro, pero el plan tramado en aquella gasolinera de mala muerte había contentado a todos hasta el momento…
Sus invitados no se habían visto en otra, de las sucias calles de Nápoles a el centro de la vida política en Roma: Su intimo Luciano Portelli, en primera fila le había precedido en la carrera política siendo elegido alcalde de Nápoles, era la persona perfecta los clanes no le identificaban y la gente de la calle tampoco pero a la vez tenía ese aura de tipo no impuesto por la mafia. Il Pennettone, riendo satisfecho ya tenía los títeres en las 2 instituciones más importantes de su país y su ciudad, en ese momento le venía a la cabeza Petto di Pollo, que habrían sido de sus huesos en aquella escombrera de Sorrento. A él sólo le querían para sacar declaraciones a pringados y ahora tenía el poder en Italia… 2 bancos más atrás su amante, Maggie que le gustaba vivir a lo grande en todos los sentidos y junto al PENEttone lo había conseguido. Estaba incluso el gran modisto Gonzannoni que había vendido su alma al diablo a cambio de un contrato para diseñar los nuevos trajes de los Carabinieri a cambio de unos cuantos millones de liras y carta blanca para probarles los trajes a los agentes…
Ahí estaba, todo el hampa de Nápoles ante el presidente, ante reyes y otros jefes de Estado que asistían a la toma de posesión de aquel pobre desgraciado maltés nacionalizado italiano cuyo único hito en la vida era tener una C-15. Toda esa gente estaba legitimando a un tipo que a partir de aquel momento daría contratos millonarios a il PENEttone y sus lacayos y estos mantendrían limpio no sólo Nápoles si no todo el país. De Bahar iq Qagaq al Quirinal, quien le iba a decir a él…

 -   Quien nos iba a decir cuando sufriamos por nuestro ojete en Floristano, que íbamos a estar aquí tu y yo…
Torrini volvió a la realidad, a aquella recepción en su honor y se acordó de los ardores que le dejó el Ron Velero de camino a la guarida de Sessé Dubu.
-        Ya ves, amici, no teníamos donde caernos muertos y ahora nos saldrá la pasta por las orejas, visto con el tiempo quizás hicimos bien rechazando bailar con la Tetitas
-          Nosotros si, pero acuerdate del pobre alcahuete de Gneta, él no ha vivido para contarlo. De todas formas he de reconocer que cuando vi a Sessé por 1ª vez se me metió la almorrana hacía dentro del miedo (Portelli era alcalde, pero todavía no había aprendido las mínimas normas de cortesía)
-         Jajajajaja. Quién iba a pensar que este buen hombre había pensado en nosotros para todo este plan. Supongo que nos vió como a 2 tipos inteligentes…
-          En el fondo lo somos, aunque pienso en lo que tuvimos que pasar después de firmar aquel papel en la gasolinera y aun me entran escalofríos…

Así es como al Primer Ministro y al Alcalde de Nápoles les cambió la cara rememorando aquella fatídica historia que en la próxima entrada contaremos…

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