lunes, 6 de diciembre de 2010

Entre pollos anda el juego...

De camino al Café Amoroso y con las ideas frescas (más fruto de la cantidad de gomina en su pelo que de la ausencia de resaca), George Torrini recordaba sus orígenes. Siempre que le presentaban a la gente le extrañaba la combinación angloitaliana de su nombre: "Eres de Little Italy?" - le preguntaban y la respuesta siempre era la misma:- "No, soy maltés". Ya no les explicaba nada más, ni siquiera de lo difícil que era la vida hace 30 años en Bahar iq Cagaqh. La verdad que no tenía buenos recuerdos de su patria, tan sólo pensaba en ella cuando antes de irse a casa tras una noche loca pasaba por el puerto y como quien no quiere la cosa orinaba "Quizás algún primo mío mañana se bañe junto a mi meada". Eso es lo único que le venía a la cabeza cuando le hablaban de Malta: orín...


Luciano Portelli era el hombre ideal para vivir en ese Nápoles de finales de los 90. Barba, aspecto descuidado, el fajo de liras en el bolsillo de la camisa y puro en boca, quizás para que con el humo nadie supiera donde tenía los ojos puestos. Portelli, llegó a Nápoles desde la pobre Calabria, su primer trabajo fue el de sexador de pollos, pero en el fondo el sabía que había nacido para algo más importante que eso...Él que llevaba el lumpen en la sangre no podía haber llegado al Parque Temático del Trapicheo (como algunos llamaban a Nápoles) para determinar si en el mundo había más pollos que pollas...Con este pasado, su vida quedó marcada y siguio trabajando en el mundo del pollo. Esta vez no había que sexarlos, tan sólo cortarlos. Con la droga ganó pasta, pero no era más que un simple pobre hombre en manos del gran capo, si algo recuerda como positivo Portelli de esa época es la gran afición (y saber) que atesoró jugando al futbolín. Luciano era el Maradona del futbolo. Esta afición y su saber estar y su conversación le acercaron al que manejaba los hilos en Nápoles en hacia el 86, Gesú di Sotto, un tipo al que le generaba remordimientos todo aquello que le daba dinero... Como era de esperar el negocio debía continuar y su muerte era necesaria. Por suerte para Portelli el ya era un tipo de confianza.

Portelli y Torrini se saludaron efusivamente al entrar este último en el Amoroso (un local de mala muerte situado en buena zona, pero que era un lugar de confianza), se conocían muy bien: muchas partidas y muchas botellas de Bourbon habían caído en largas noches de "trabajo". Portelli con el puro apagado era un libro abierto y George Torrini no tardó en ver aquel brillo en sus ojos. Ello unido al poco tino al encenderse aquel COHIBA que tanto le gustaba, le demostró que aquello que empezaba en aquel momento en el Café Amoroso podía cambiar sus vidas y quien sabe también podía cambiar aquella ciudad y aquel país...

Portelli al fin se encendió el puro y le dió una calada a pulmón, en ese momento y mientras sonaba un reaggeton (música que según Portelli era la causante de que a las caribeñas les saliera una protuberancia en el vientre antes que las muelas), entraba escondida tras unas inmensas gafas de sol entró Margarita Diaz da Silva "Maggie" para sus allegados, nada más y nada menos que la mujer de Francesco "Petto di Pollo" Andreotti, el jefe supremo del gran trapicheo en el sur de Italia. Estaba claro que su visita no era casual...

3 comentarios:

  1. Casual en esta vida no hay nada, como no lo son cada uno de los datos personales de este capitulo, con tanto guiño ya no se si tienes un tick ;) jajaj (PD: He tenido que leerlo en el primer minuto al salir del horno, casi me quemo)

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  2. Pero sólo unos pocos privilegiados lo sabemos jajaja. Ya lo he notificado en el grupo del blog, añadid a gente para que se enteren...

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  3. jajajaja muy bueno jau :D, creo q voy a esperar con mas ansia esta peliculita q los capitulos de los viernes en seriesyonkis ;)

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