jueves, 21 de octubre de 2010

20:30 Hora Azul


La verdad que hoy tenía varios temas deportivos para tocar. Pero no me quiero encasillar. También tenía varios temas, mas que temas quejas, y no quiero que esto se convierta en mi kleenex literario (quizá literario sería mucho decir, pero vamos, aunque mala, literatura es).  Creo que no todos pero si muchos sabréis qué es la “hora azul” en fotografía. A los que lo sabéis, os diría que entonces estáis preparados para leer las siguientes líneas. A los que no, os diría que en Internet tenéis vastas guías comentándolo, pero esto, a parte de poco ilustrativo, restaría de cuerpo a este post. La hora azul (u hora dorada o mágica) es ese momento antes de anochecer en el que la luz se vuelve “rara”, en la que yo personalmente dejo de calcular las distancias, y si tengo la fortuna de estar medio ebrio en una bodega, en una campa o en una romería, es el momento de máximo disfrute, se valora lo bueno del día y te recreas en lo bueno que traerá la noche, no hará el calor del día, ni tampoco el frío de la noche (porque en los sitios en los que normalmente estoy de noche, hace frío, eso es así). En fotografía, es el momento ideal para sacar fotos “curiosas de luz”, cielos que se funden con las nubes o siluetas delante de un cielo infernal. A mi personalmente me sirve de poco porque soy un pésimo fotógrafo, pero a los que dispongáis de una cámara en condiciones, seguro que os gusta tanto o más que a mí. 







Pero como no soy experto en fotografía y mi insatisfecha Réflex se lamenta de la poca destreza de su amo (porque si, puede que no la maneje a la altura de las circunstancias, pero soy taxativo como dueño, la jerarquía está clara)  no me voy a tomar la confianza de sugerir, enseñar o comentar cosas sobre el tema, sino que hoy aquí aparecerá las a buen seguro numerosas horas azules de nuestras vidas, esos momentos que sin venir a cuento, todo parece perfecto, no ha pasado nada ni se espera, pero nos sentimos afortunados. Mi hora azul muchas veces coincide con la hora azul fotográfica, horas que recuerdo desde mi más tierna infancia, en días de campo en , por ejemplo, las campas de Garayo (o cualquier bucólica campa que se os pase por la cabeza, eso si verde, porque aquí son verdes) cuando la luz me permitía correr con mis amigos (y nuestros respectivos padres)  jugando a futbol con porterías hechas a partir de dos jersey, jersey que horas más tardes siempre iban a ser motivo de discusión por madres conscientes de que el verdín no sale nada fácil. Esos días daba igual que fuera domingo, que el Barça de Robson perdiera la liga, que yo estuviera en ciernes de comenzar una nueva semana de trabajos forzados musicales (también conocidos en algunos Lares como conservatorio)






Nota cinegética: Si estáis en esas campas, os advierto que es la mejor hora para cazar grillos, porque ya cantan (bueno “cantan”), se les oye, y aún se les puede ver.






Pero como hemos dicho antes esta hora no siempre tiene que corresponderse con la hora azul fotográfica. Puede ser cualquier día a cualquier hora. Cualquier día de verano minutos antes de que una gran tormenta y ya se oyen los primeros truenos. También puede ser después, cada vez aspira a todo pulmón el olor a ozono (para los poco puristas, olor a tierra mojada). Incluso a veces puede ser la vuelta a casa en coche al ritmo constante de los parabrisas mientras escuchas un concierto de balalaica y arpa después de un largo día de clase/trabajo/quehaceres.






En mi pensamiento vital también existen “horas negras”, esas horas en las que se dan todas las casualidades para que todo salga mal. Esa persona que no se duerme ni un día del curso, y el día que tiene que coger un autobús con el resto de la clase para ir a ver una piscina llena de mierda (mierda literal) en las depuradoras de Barakaldo (a mi me ha pasado, no voy a negarlo) , o que 10 minutos antes de la entrevista del puesto de trabajo de tu vida te entre la peazo diarrea (tenía que romper un poco la magia, estaba quedando muy ñoño, y el caca culo pis siempre rompe un poquito esa dinámica rosa) que te arruina cualquier posibilidad (esto si que no me ha pasado, y no por la diarrea (porque aunque penséis que los que escribimos este blog no tenemos ano, sí que cagamos, oh perdón, hacemos de vientre, aunque parezca mentira))






Pero esto es necesario desarrollarlo otro día, porque soy consciente de lo afortunado que soy, y que incluso me atrevería a decir que somos, y que sepáis valorar todas esas azules que sin avisar nos aparecen a quemarropa y nos explotan en la cara.






No todos los días os iba a aturdir con cosas súper profundas, día de tregua, cerebros en barbecho.











3 comentarios:

  1. Me ha gustado mucho la entrada antoñeta, podías haber puesto alguna fotografia nocturna de este verano con tu reflex, como cualquiera del perro de Barcebal.
    ahora en serio hay semanas enteras de horas negras, pero siempre están los amigos para llenar dias y noches enteras de horas azules.

    PD: me ha emocionado que dediques un parrafo casi entero a hablar de los anos de estos humildes blogueros, snif.

    ResponderEliminar
  2. Joder el Portela... se ha vuelto una Corín Tellado del montón jajaja.

    Muy místico todo el tema este de las Horas Azules y Negra,s no te pega pero bueno me gusta que en el blog también se traten temas de esta profundidad.

    ResponderEliminar
  3. Como que no me pega, a ver si el unico mistico aqui puede ser el portela

    (lo mejor de todo es que de 3 personas han entendido 3 temas diferentes)

    ResponderEliminar