jueves, 7 de octubre de 2010

Hombres de Hierro

Bueno, se que no es muy ortodoxo comenzar mi andadura aquí con una advertencia, pero soy consciente
de que algunos, pobres de espíritu y carentes de todo tipo de decencia no soportaréis la “breve” introducción a lo que esto, este blog en los jueves, va a desembocar. No me extralimitare con vuestra paciencia, porque es Jueves y soy universitario, así que ni a ti (pobre desalmado que no tiene nada mejor que hacer que pasar la tarde y quizá la noche de un Jueves delante del ordenador) ni a mi nos interesa.

Bien, soy el cuarto en cuestión, la gente pragmática y “de éxito” de hoy se maneja rozando el nirvana del olimpo social exclusivamente con números, asíque creo que sobran mas datos, incluso me atrevería ha decir que comentar mi nombre mi edad y donde vivo sería mas propio del primer día del curso de un profesor de ingles. A todo esto hay que añadir que ha llegado masivamente a mis oídos que aún sobreviven subseres de esos capaz de tragarse día tras día, semana tras semana mis antiguas actualizaciones a base de mierda introspectiva.

A los ignorantes de ese género, gente principiante en el mundo de los paréntesis y las hordas de frases subordinadas, les tranquilizará saber que hoy no será el día que tengan que cerrar este blog en el segundo párrafo. A los que lamentablemente (para ellos y para mi) me conocen en esta faceta, les sorprenderá que hoy me ciña a los cánones del blog soso que tanto se estila (Quizá se estila porque sea más conveniente), aunque prometo de vez en cuando una actualización bizarra.

Por comentar un poco la línea en la que mi editor catalán me manda actualizar so pena de 60 latigazos, tengo que comentar que intentaré hablar sobre un temática deportiva, pero no puramente analítica, para eso ya tenéis gente que sabe más que yo, como el Priorato de Marca de Inda, Roncero, Pipi Estrada, etc..Hablando de Pipi, la ultima vez que peregriné de rodillas hasta la cima del monte Kailāsh, o al menos pensé en hacerlo, juré que nunca compartiría cartel con el mundo de la prensa rosa, y van y la primera semana me cascan a Belén Esteban… así que me guardo el derecho de escribir de lo que quiera cuando quiera. Así pues, de vez en cuando intentaré dar una visión mucho más universal de algún que aunque esté ligado mínimamente al mundo del deporte, pueda gustar a ese tipo de gente que aún se pregunta que hace teledeporte en la TDT o piensa que Cristiano Ronaldo es un mártir de la antigua Roma. Se que a estas alturas del post mi lector ya está suficientemente castigado, así que ahorraré las típicas vueltas retóricas y los acertijos del rollo “Oro parece plata no es...”


El tema del que hoy voy a hablar es una historia que tiene trasfondo en un deporte que no hace mucho me ganó el corazón, el triatlón. Todo comenzó en 1962 en Massachusetts (USA).  El menor de nuestros dos protagonistas encontró como la casualidad a veces se torna maldición y como la mala fortuna le visitó antes de llegar a este mundo.

 

Momentos antes de nacer, Rick Hoyt fue victima de una mala suerte que la mayoría de personas nunca conoceremos, y su propio cordón umbilical se le enrolló en el cuello, produciéndole daños irreparables en el cerebro que desencadenaron en el nacimiento de un niño con parálisis cerebral que le impediría de por vida hablar o tan siquiera caminar. 

Los médicos comentaron a su padre, Dick Hoyt, teniente coronel de la guardia aérea del ejército americano, que jamás pasaría de vivir en estado vegetativo, y que lo más coherente era ingresarlo en un centro que se encargara de él. Sus padres se negaron y lo llevaron a casa, donde su padre pasó largas horas jugando con él, tratándole y hablándole como a cualquier otro hijo. Todos estos estímulos hicieron su efecto en Rick, y a los 12 años el sentido del humor que demostró en los estudios sobre su comportamiento en la Universidad Tufts, fue la excusa perfecta para que los ingenieros de esta universidad le pusieran voz a su pensamiento con un artilugio conocido como maquina de la esperanza que reproducía en con una robótica voz lo que su boca no podía pronunciar.

Esta novedad revolucionó su vida, y pudo ingresar en un colegio. Fue allí donde surgió la chispa que cambió esta historia, que la convirtió una inusual historia de superación en una excepcional historia de superación. Fue una tarde de 1977, cuando un compañero de instituto de Rick sufría una lesión jugando al Lacrosse que le postraría en una silla de ruedas de por vida. Con el fin de rendirle homenaje, se organizó una carrera benéfica en su honor y en ese momento Rick entendió que debía demostrar a su compañero y demostrarse a si mismo que la vida no terminaba cuando uno perdía la capacidad de moverse. Se lo comentó a su padre, y esté le empujó durante las 5 millas de la carrera. A la vuelta a casa, Rick le comentó a su padre que durante el transcurso de la prueba se había sentido como un participante más, que había olvidado su discapacidad. Esta fue la señal que su padre llevaba esperando 15 años, y los Hoyt comenzaron a participar en más carreras populares. 


Las carreras populares se convirtieron en la mejor terapia para Dick, así corrieron su primera maratón de Boston. Pero aún les sabía a poco, y se metieron de lleno en el mundo del triatlón, hasta llegar a la prueba más dura del deporte mundial, el triatlón conocido como Ironman, que para los profanos de la materia , consiste en recorrer e 3.800 m de natación, 180 km de ciclismo y 42,2 km a pie. No creo que muchos de los que ahora leemos esto (Quizá los que hayáis llegado hasta aquí si) pudiésemos siquiera acabar una prueba de este tipo. Pues los Hoyt idearon una balsa de la que Dick tiraba mientras nadaba, un carrito acoplado a la bici en la que Dick pedaleaba, y una silla de ruedas de la que Dick empujaba mientras corría. Con este percal todos pensaríamos que debió de ser un infierno para el valeroso padre, pero nada más alejado de la realidad, ya que esta extraña pareja llegó a meta (descalificados esos si, ya que no esta permitido ayudar a otro participante durante la prueba) a poco más de un par de horas del primer clasificado según cuenta la leyenda (Me vais a perdonar pero ese día no estuve allí) e incluso el ganador instó a la organización a esperarles para abrir con ellos la botella de champagne.


Mi historia con ellos acaba aquí, pero no la suya con la superación, ya que a día de hoy y con más de 65 años, Rick sigue empujando a su hijo, mostrando al mundo que nuestros limites están mucho más allá de lo que nos es cómodo creer, mientras tanto, para los amantes de los números, nos han dejado por el camino otros 5 Ironman, más de 25 maratones de Boston consecutivas y otro 900 eventos…

Se despide, probablemente siendo jueves con un cubata de ron a vuestra salud, un servidor




4 comentarios:

  1. Esta entrada está publicada con carácter provisional. Gracias.

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  2. esta en periodo de prueba o q?
    no me jodas que me siento como dick...orgullosa de haber llegaso hasta aqui.. jaja

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  3. No por que faltaba un video y ya está, ha habido problemas técnicos... como el Antxon se enrolla y mete mucho soporte gráfico jajaja

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  4. me ha encantado, de verdad, eso si, mucha apologia al cubata de ron...pero luego cuando vengas aki me vas a fallar...lo presiento, no habrá 5P's para tí

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